La resistencia a la insulina suele ser la etapa inicial en el desarrollo de la diabetes tipo 2, y ambas condiciones pueden estar íntimamente relacionadas con el estilo de vida y la mala decisión en cuanto a nuestros hábitos. ¿Es posible frenar su avance para evitar ser diagnosticados de una enfermedad metabólica crónica? ¡Infórmate con nuestros especialistas!
La diabetes tipo 2 es uno de los principales problemas de salud a nivel mundial actualmente y la Organización Mundial de la Salud ha alertado en diversas ocasiones, que su prevalencia sigue aumentando drásticamente, tal como lo ha hecho en las últimas tres décadas.
Esta enfermedad crónica ocurre cuando el organismo no utiliza de forma eficiente la insulina, una hormona clave en la regulación de los niveles de azúcar en sangre, lo que a largo plazo puede dañar diversos órganos y sistemas del cuerpo.
Aunque la diabetes es una enfermedad que, en muchos casos, no suele manifestarse con síntomas, esta condición no surge de la noche a la mañana, sino que es un proceso progresivo que generalmente comienza con la resistencia a la insulina.
Como detalla la Dra. Viviana Martínez, médico general con área de desempeño Diabetes de Clínica Andes Salud Chillán, “la resistencia a la insulina está vinculada a factores como genética, obesidad, inactividad física y ciertos hábitos alimenticios, algo que es cada vez más frecuente en la población actualmente”.
La resistencia a la insulina está conectada a la diabetes, pero no son exactamente lo mismo. ¿Sabes cuál es la diferencia y cómo una condición puede progresar a la otra, si no es tratada a tiempo? ¡Sigue leyendo!
¿Cómo la resistencia a la insulina puede convertirse en diabetes tipo 2?
Si la resistencia a la insulina no es detectada oportunamente, pueden surgir una serie de mecanismos que, eventualmente, culminarán en el desarrollo de la diabetes tipo 2.
Entre los principales hitos en este proceso, es posible identificar:
- Resistencia a la insulina como factor inicial: esta resistencia significa que las células del cuerpo (en el músculo, hígado y tejido adiposo) responden de manera ineficaz a la insulina, lo que dificulta el transporte de glucosa desde la sangre hacia el interior de las células y termina aumentando la grasa visceral (hígado graso).
- Compensación por parte del páncreas: el páncreas comienza a producir más insulina para mantener los niveles de glucosa en sangre dentro de un rango normal. En esta fase, los niveles de insulina en el cuerpo son altos, y esto se conoce como hiperinsulinemia compensatoria o “prediabetes”.
- Agotamiento de las células beta pancreáticas: a medida que pasa el tiempo, la demanda continua de insulina sobrecarga las células beta del páncreas, que se van agotando y pierden
efectividad. - Desarrollo de hiperglucemia crónica y diabetes tipo 2: mientras que el páncreas produce menos insulina y la resistencia continúa, los niveles de glucosa en sangre se elevan de manera constante. Cuando la glucosa alcanza ciertos niveles (≥126 mg/dL en ayunas o ≥200 mg/dL en cualquier momento del día), se diagnostica diabetes tipo 2.
El tiempo que tarda la resistencia a la insulina en progresar a diabetes tipo 2 varía mucho entre personas y depende de varios factores, como la genética y el estilo de vida, pero también se puede mejorar.
“En promedio, este proceso puede llevar desde varios años hasta décadas, por eso es tan importante realizarse chequeos periódicos, para medir la insulina en ayuno a través de un examen de sangre o el test de tolerancia a la glucosa, sobre todo si existen factores de riesgo”, recomendó la especialista.
¿De qué depende el desarrollo de la diabetes tipo 2?
Es importante destacar que no todas las personas con resistencia a la insulina serán diagnosticadas con diabetes tipo 2.
Aunque es un factor de riesgo importante, también existen otras variables que influirán, como por ejemplo:
- Genética y predisposición familiar: las personas con antecedentes familiares de diabetes tipo 2 pueden progresar más rápidamente desde la resistencia a la insulina a la diabetes.
- Estilo de vida: los hábitos saludables pueden retrasar o incluso revertir la progresión. El ejercicio regular, una dieta equilibrada y la pérdida de peso pueden mejorar la sensibilidad a la insulina y prevenir o posponer el desarrollo de diabetes.
- Edad: con el envejecimiento, la resistencia a la insulina tiende a aumentar, y el riesgo de progresión a diabetes es mayor, especialmente después de los 45 años.
- Otros problemas de salud: condiciones como el síndrome de ovario poliquístico, hipertensión, hígado graso, o ciertos medicamentos pueden agravar la resistencia a la insulina y acelerar la progresión a diabetes.
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