Muchos de nosotros podemos tener deficiencia, pero aún no lo sabemos. La vitamina D es uno de los nutrientes más importantes para la salud del organismo y mantenerla en rangos adecuados, puede ser clave para prevenir enfermedades.
¿Te acuerdas más de la vitamina D en verano? Como la principal fuente de vitamina D y específicamente, de vitamina D3, son los rayos del sol, es normal que la tengamos más presente en esta época, sin embargo, ¡es importante siempre!
La vitamina D es un nutriente esencial, que a pesar de ser clasificado como vitamina, exhibe características y funciones hormonales en el cuerpo. En su forma activa, se une a los receptores de las células, afectando su regulación.
Como explica el Jefe de Laboratorio de Clínica Andes Salud El Loa, Carlos Rojas, “se produce en la piel a través de la exposición a la radiación ultravioleta B (UVB), luego la sintetiza un precursor llamado 7-dehidrocolesterol en la piel y se convierte en vitamina D3 o colecalciferol. Por último, es transformada por el hígado y riñones para que el cuerpo pueda utilizarla”.
Además de la exposición regulada al sol, también podemos obtener vitamina D, concretamente de tipo D2, en algunos alimentos de origen vegetal y animal, como pescados grasos, champiñones, huevos, nueces y lácteos.
¿Qué funciones tiene la vitamina D en el organismo?
La vitamina D cumple un rol fundamental en la salud y bienestar general, además de ser protagonista en distintos procesos fisiológicos.
Entre sus principales funciones, están:
- Propiciar la salud ósea: facilita la absorción intestinal de calcio y fósforo, ayudando así a mantener niveles adecuados de estos minerales en la sangre, que son esenciales para el desarrollo y mantenimiento de huesos fuertes y sanos.
- Fortalecer la función inmunológica: se ha demostrado que la vitamina D tiene efectos sobre las células del sistema inmunológico, ayudando a regular la respuesta inmune y protegiendo contra infecciones y enfermedades, como la esclerosis múltiple.
- Mejorar la salud cardiovascular: hay investigaciones que sugieren una asociación entre niveles adecuados de vitamina D y un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares. Se cree que la vitamina D puede tener efectos beneficiosos en la función cardíaca y en la salud de los vasos sanguíneos.
- Regular el crecimiento celular: este nutriente desempeña un papel clave en la prevención de la proliferación celular anormal que podría conducir al desarrollo de ciertos tipos de cáncer.
- Modular la genética: puede regular la expresión genética, influyendo en la actividad de varios genes en diferentes sistemas del cuerpo.
- Entregar efectos antiinflamatorios: la vitamina D puede tener efectos antiinflamatorios en el cerebro al regular la respuesta inmune y reducir la inflamación, lo que puede ser beneficioso para la protección de las células cerebrales.
¿Cómo medir los niveles de vitamina D?
A través de un examen de sangre realizado en el Laboratorio, es posible conocer si nos encontramos en el rango adecuado y contamos con los niveles de vitamina D recomendados.
Existen dos formas comunes de hacer este análisis:
- Examen de 25-hidroxivitamina D (25(OH)D): es la prueba más utilizada para medir los niveles de vitamina D en la sangre, ya que mide tanto la vitamina D2 (ergocalciferol) como la vitamina D3 (colecalciferol). Los resultados se expresan en nanogramos por mililitro (ng/mL) o nanomoles por litro (nmol/L).
- Examen de calcitriol: en circunstancias específicas, puede ser necesario medir directamente el nivel de calcitriol (forma activa de la vitamina D). Sin embargo, esta prueba no es tan común como la prueba de 25-hidroxivitamina D y se reserva para situaciones especiales.
La interpretación de los niveles de vitamina D puede variar según las recomendaciones del médico tratante, sin embargo, a modo general, se considera:
- Rango normal: niveles entre 20 y 50 ng/mL
- Rango bajo: niveles inferiores a 20 ng/mL
- Rango alto: niveles superiores a 50 ng/mL
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